Mezquita de Córdoba
Textos y fotos: Guillermo Cachero
La mezquita de Córdoba es una amalgama de estilos arquitectónicos superpuestos, que se han sucedido y adaptado a lo largo de los siglos, pues no ha habido ninguna generación que haya renunciado a dejar su huella. La mezquita que vemos hoy en día fue originalmente una basílica dedicada a San Vicente en la época de los Visigodos.
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La declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1984 solo refleja que la mezquita es una obra arquitectónica única en el mundo. Algunas de las mezquitas más famosas del mundo musulmán son la Mezquita Azul de Estambul, la Mezquita de Alabastro de El Cairo y la fascinante Mezquita Omeya de Damasco. La de Córdoba es única por su bosque de columnas. De acuerdo con la tradición árabe, la casa de un profeta debe asentarse sobre troncos de palmeras, y este fue el mandato del Emir Abderramán I quien ordenó que se utilizaran capiteles romanos, griegos, visigodos y árabes para crear este bosque de columnas. En la actualidad, es la mezquita más grande del mundo islámico, y el templo religioso más grande del mundo.
Situada en una colina, al final del puente romano, en un lugar considerado sagrado por prerromanos, romanos, cristianos y musulmanes; desde hace más de tres mil años. Es actualmente la Catedral de Córdoba y en la época del califato fue el monumento más importante de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. En su historia se sintetiza la evolución completa del estilo Omeya en España.
Durante la ocupación musulmana, estuvo por un tiempo bajo el control compartido de cristianos y musulmanes, pero más tarde fue adquirida totalmente por Abd Al-Rahman I, quien destruyó la basílica de San Vicente para construir la primera mezquita. Aún hoy en día se pueden observar algunos elementos de la primera basílica visigoda en el primer tramo de Abd Al-Rahman I.
Al entrar en la Mezquita, nos encontramos con una gran sala en la que destacan los magníficos arcos que tantas veces han sido fotografiados. Esta es la sección más antigua de la Mezquita, llamada la parte primitiva de Abd Al-Rahman I, cuya construcción comenzó en el año 786. Es el lugar más grande y conocido de la parte Islámica.
La gran cantidad de columnas que sostienen los arcos pertenecieron a la antigua iglesia de San Vicente. El techo se alzaba mediante un doble arco.
La segunda sección de la Mezquita, fue construida por Abd al-Rahman II en 833, extendió otras nueve naves y siguió con el uso de columnas y capiteles romanos y visigodos, aunque también se emplearon capiteles elaborados por artesanos locales.
En esta parte se pueden ver los arcos dobles típicos en forma de herradura en la parte inferior y los arcos de medio punto en la parte superior. Se afirma que el arco de herradura se adoptó de la arquitectura visigoda. Los techos están restaurados.
Columnas y arcadas bicolores
El espacio interior está dispuesto sobre una composición de columnas y arcos bicolores de gran impacto cromático. El recinto está dividido en cinco zonas, cada una de ellas corresponde a una ampliación.
Las diferentes extensiones que se hicieron tanto por parte musulmana como católica hacen de la mezquita un lugar donde se complementan los dos estilos tan dispares entre sí. Desde las ampliaciones musulmanas hasta las realizadas por reyes españoles, pasando por las reconstrucciones a lo largo de su historia.
Rincón de la Capilla Real Mudejar
Enrique II de Castilla (1334-1379) hizo construir esta capilla para albergar la cripta de Fernando IV de Castilla y de Alfonso XI de Castilla, lugar de sepultura hasta 1736, fecha en la que se trasladaron sus restos a la iglesia de San Hipólito de Córdoba.
Actualmente está cerrada, pero parte del extraordinario trabajo de estuco mudéjar de las paredes y la cúpula puede apreciarse desde fuera. Esta magnífica muestra del mudéjar cordobés es comparable a la que se encuentra 100 años más tarde en la Alhambra y en otros monumentos de Granada. En el siglo XVII, una imagen de San Fernando se colocó en el altar.
Capillas y Naves Primitivas
Naves primitivas de Abd al-Rahman I
La capilla de Villaviciosa vista desde el Mihrab de Al.Hakam II, donde se observa la amplitud de espacio, entre las columnas de arcos de herradura. Muchas de las columnas proceden del teatro romano de Mérida.
Museo San Clemente- Inaugurado el 18 de marzo de 1996
En el interior de la mezquita se encuentra el museo de San Clemente. Se efectuó una excavación arqueológica entre los años 1931 y 1936, donde se hallaron vestigios de la primera basílica conocida como San Vicente, que fue destruida por Abd Al-Rahman I.
En las excavaciones se hallaron restos de la antigua sede episcopal, una habitación rectangular que comunicaba con la nave central. Una piscina que parecía un depósito de agua de la época paleocristiana y que, al parecer, era utilizada como una piscina bautismal.
En este museo hay muchos restos extraídos de la excavación, como un sarcófago paleocristiano que calzaba una de las columnas de la primitiva mezquita. Se cree que los materiales fueron usados para la construcción de la nueva. Y afortunadamente podemos apreciar algunos de los no empleados como una pequeña hornacina semicircular.
Catedral
La Catedral, ubicada en el centro mismo del edificio, ocupa parte de las ampliaciones que efectuaron Abd al-Rahman II y Almanzor. Mientras que para algunos la arquitectura que presenta dos estilos tan dispares es una auténtica aberración, para otros esto completa la belleza Islámica.
Se trata de una planta rectangular de tres naves y un crucero que resalta la forma horizontal de la parte musulmana por su gran verticalidad. Cabe destacar la conservación de la parte musulmana al añadir la católica en una fusión de dos estilos tan opuestos. Todo esto es debido al arquitecto Hernán Ruiz I el Viejo, y sobre todo a los gobernantes posteriores que han mantenido el mismo estilo respetando sin destruir la parte Islámica, algo que a mi modo de ver hubiese sido un verdadero crimen arquitectónico. Puede que no estemos de acuerdo con esta arquitectura simbiótica, pero lo más importante es que no se destruyó la parte Islámica.
Capilla Mayor
En el siglo XV, los Reyes Católicos permitieron la construcción de una “Capilla Mayor”. Esta decisión fue muy impopular entre el Cabildo Municipal de Córdoba y generó fuertes presiones eclesiásticas, hasta que Carlos V la ratificó en 1523. Aunque se lamentaría más tarde, como recogió J. B. Alderete, con la famosa frase «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».
La Capilla Mayor está construida en planta de cruz latina. Con arcos góticos. En el centro del crucero se encuentra una magnífica lámpara de plata, obra del platero cordobés Martín Sánchez de la Cruz.
El retablo principal de la catedral está construido en mármol y presidido por una gran custodia. A los lados se sitúan dos vidrieras de gran belleza. Los cuadros son un total de cinco, repartidos en las partes laterales y áticos; representan a cinco mártires cordobeses, dos, de la época romana, San Acisclo y Santa Victoria, que son los patrones de la ciudad de Córdoba. Dos santos de la época musulmana, San Pelagio y Santa Flora. El lienzo que preside el conjunto representa la Asunción de la Virgen.
Bóveda de la Catedral
La cúpula que adorna el crucero en sus extremidades se representa a los cuatro evangelistas rodeados de ángeles y niños alados. En la base de la bóveda y en los espacios de luz, se encuentran las esculturas de los ocho Padres de la Iglesia: “San Ambrosio”, “San Jerónimo”, “San Agustín”, “San Gregorio”, “San Basilio el Grande”, “San Gregorio de Nacianzo”, “San Juan Crisóstomo” y “San Atanasio”, todo ellos labrados por el escultor Francisco Gutiérrez Garrido. Corona el conjunto “La Santísima Trinidad”.
El Coro
El coro se ubica justo enfrente de la capilla mayor. Se trata de uno de los coros más bellos y mejor interpretados de toda España. Su sillería es una magnífica expresión del arte barroco, tallada en caoba y realizada en el siglo XVII por Duque Cornejo. Al fondo, casi imperceptible, se aprecia el final de la nave de estilo renacentista italiano.
El facistol del centro merece una mención especial, coronado por un templete que alberga una imagen de marfil de la Santísima Virgen, original de Alonso Cano. Los pilares de la nave central, en la que se sitúa el coro, están adornados con parejas de Apóstoles, con una marcada influencia gótica. Encima se encuentran los escudos de los canónigos que colaboraron en la financiación de las obras. La silla episcopal se sitúa en el centro del coro, sobre unos escalones cerrados por una barandilla de bronce. El coro está separado del presbiterio y del crucero por una reja de bronce dorado que data de 1759.
Si algo llama la atención en el coro es su mobiliario, fue elaborado en 1750 por el artista sevillano Pedro Duque Cornejo y un equipo de artesanos. El proyecto fue muy grande, requirió hasta 46 trabajadores simultáneamente y costó 913 889 reales y 6 maravedíes. Se trata de una obra maestra del barroco español, ensamblada sin utilizar ningún clavo.
El escultor, a cambio de un salario anual de 300 ducados, acordó esculpir dos medallones para cada una de las sillas. Una gran imagen que representa una escena de la vida de Jesús o la Virgen, y una pequeña, que representa un pasaje de la Biblia.
Una imagen de San Rafael, patron de Córdoba remata el imaginario.
La cúpula que recubre el coro estilo renacentista italiano está rodeada de querubines y sus ventanas neoclásicas le confieren un aspecto completamente distinto a las catedrales góticas de Europa. Esta bóveda fue terminada en 1598. Antes de su construcción, el lugar estaba completamente cerrado y sin que penetrara la luz. Con su construcción, se hicieron ventanas circulares en la parte posterior del coro, lo que le devolvió la luz que se le había quitado en otra de las reconstrucciones.
En la bóveda hay relieves de la Asunción de María en el centro y de San Acisclo y Santa Victoria, a los lados. En las enjutas, están las estatuas de Daniel, David, Salomón, Samuel y en las medias enjutas de las esquinas, las virtudes de la Fe, Esperanza, Caridad y Fortaleza.
Próximos al arco toral se encuentran los órganos, construidos en el siglo XVII y restaurados a comienzos del siglo XIX por Patricio Furriel. El de la derecha muestra un fondo decorado con una imagen de Santa Cecilia, obra decimonónica de Diego Monroy y Aguilar, encima se sitúa una escultura alegórica.
Mihrab de Al-Hakam II
El Mihrab se sitúa en el muro de la Qibla, que generalmente está orientado hacia la Meca. Es como el “Sancta Sanctórum” de la Mezquita. Por lo general, están orientadas hacia el este, salvo en esta mezquita, que está situada hacia el sureste. Se supone que fue debido a la ampliación que efectuó Almanzor lo que la dejó fuera del eje central del edificio.
Una robusta reja protege el monumento de las visitas, y solo es posible apreciar la magnífica arquitectura del Mihrab construido por Al-Hakam II a través de ella. El emperador romano de Oriente Nicéforo II le envió un delicado mosaico de cristal de varios colores, algunos de ellos cubiertos con pan de oro.
Alrededor hay letras doradas que alaban a Alá en árabe. Donde se puede leer en árabe:
“Aláh. Es el conocedor de las cosas ocultas y manifiestas. Él es el poderoso, El lleno de piedad, El vivo. No hay otro Dios sino Él. Invocadle ofreciéndoles un culto puro. Alabado sea Aláh; Señor del Universo. Bendito sea el Imán Al-Mostansir Bil-lah, favorecido por Dios, siervo de Aláh, Alhaquem, Príncipe de los Creyentes. Prospérele Aláh, por la obra de este templo santo, que excede a toda otra construcción memorable en la amplitud para la comodidad”.
Una mezquita es el lugar donde un musulmán se arrodilla o postra ante Aláh, su Dios, en actitud de sometimiento. Islam significa “someterse a Dios”.
Cada mezquita está formada por el oratorio (haram), el área en la que los fieles se reúnen para orar. El patio descubierto (sahn), que generalmente tiene una piscina o fuentes y suele estar ubicado en el centro del patio, es el punto donde los fieles suelen realizar las abluciones obligatorias. La torre donde el muecín hace la llamada a la oración es el minarete.
El Mihrab se sitúa en el centro de la Qibla, el muro que está orientado hacia La Meca y es donde se concentra la decoración más rica y espléndida. Si en la religión católica el altar constituye el centro del espacio sagrado. El Mihrab no representa el espacio sagrado, pero sí es la indicación de la dirección a la que debe dirigirse la plegaria, que es la verdadera esencia sagrada en la religión Islámica.
Si el Mihrab es una auténtica joya, la cúpula octogonal que sube por encima es de una gran belleza rodeada por arcos decorados con mosaicos de estilo bizantino con inscripciones árabes. Al-Hakam II construyó esta joya de la dinastía Omeya.
Entrada del Califa
Esta puerta fue utilizada como una entrada protegida a la Gran Mezquita para el Califa Al-Hakam II, quien iba del Alcázar de los Omeyas (donde se encuentra actualmente el Obispado) hasta un pasaje elevado. A la izquierda se encuentra el Mihrab.
Hace 1200 años, todos los arcos con celosía estaban abiertos al “sahn”, lo que hoy conocemos como el Patio de los Naranjos. Cuando la Mezquita se convirtió en catedral se cerraron. En 1970 se reemplazaron muchos de los paneles divisorios con estas celosías ornamentales que permitían que entrara más luz en el interior. Y se pusieron lámparas califales en 1990.
Puerta del Espíritu Santo: Construida en la ampliación realizada por Al-Hakan II.
El exterior de la Mezquita ofrece diversos puntos de interés, como por ejemplo las numerosas puertas del templo, entre las que se encuentran la Puerta del Perdón, el Postigo de la Leche, la Puerta de los Deanes, la Puerta de San Esteban y Santa Catalina; el retablo de la Virgen de los Faroles; y la fuente del Caño Gordo.
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