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MÁLAGA DESTINO CULTURAL Y MUCHO MÁS

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Textos y fotos: Marta Cuadras Palleja

Para gustos los colores, y Málaga presume de una sorprendente variedad cromática. Es un destino que lo tiene todo: museos de vanguardia, excelente gastronomía, un precioso centro histórico donde perderse, vestigios de hace tres mil años, y por supuesto, sol y playa. Además, resulta muy práctica, todo queda muy cerca y es perfecta para una escapada, aunque el viajero repite, que esta ciudad da para mucho.

Una escultura muy especial
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La arbolada plaza de la Merced es un buen punto de inicio de esta escapada. Está presidida por un monolito en honor al general Torrijos quien se rebeló contra el rey absolutista Fernando VII y acabó siendo fusilado junto a 47 hombres en la playa, en 1831. De ahí las 48 coronas de laurel que rodean este monumento, y el famoso cuadro “Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga” obra de Antonio Gispert Pérez que se expone en el Museo del Prado. Sin embargo, nuestro objetivo aquí es la contemplación de una escultura, algo escondida, que representa al responsable de que Málaga se haya convertido en un destino de arte internacional: Picasso. Sentado en un banco con un carboncillo y un cuaderno se dispone a dibujar. El genial pintor nació en Málaga en octubre de 1881 en una casa situada detrás de la escultura que ahora es la Fundación Picasso Museo Natal. Es un museo muy curioso repleto de objetos familiares, fotografías, algunas obras menores de Picasso y de su padre. En la primera planta se reproduce la sala de estar de la familia y aunque no son los muebles originales sí son de la época. Picasso vivió aquí hasta los nueve años y bajaba a esta plaza a jugar y a pintar, especialmente palomas. Su padre, profesor de bellas artes, le hacía pintar patitas de esta ave para que mejorase la técnica.

Un casco antiguo lleno de historia

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Dejamos atrás la plaza de la Merced y nos dirigimos hacia la calle de Granada. Antes la calle Real porque aquí entraron los Reyes Católicos el 19 de agosto de 1.487 tras conquistar Málaga, después de tres meses de asedio. Si la máquina del tiempo existiera, estaríamos cruzando la muralla y atravesando una de las siete puertas hoy desaparecidas, aunque quedan restos de la muralla en los interiores de algunos edificios. En esta misma calle, una iglesia de estilo mudéjar pero barroca por dentro, centra todas las miradas: la iglesia de Santiago. Merece la pena entrar en este templo donde Picasso fue bautizado.

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Tras dejar la iglesia, conviene girar la primera calle a la izquierda, la de Santiago, que nos lleva directo a la de Alcazabilla, la calle con más historia de Málaga por la gran cantidad de monumentos que alberga. Y así se llega al Cine Albéniz, el único que sigue con vida, dedicado a películas alternativas y pionero en proyectarlas en versión original. Además, en esta sala tiene lugar el Festival de Cine de Málaga cuyos premios es una figura en forma de biznaga. Se trata de una flor artificial hecha de elementos naturales y se fabrica exclusivamente en Málaga. Es tan típica aquí que se posiciona como el mejor recuerdo para llevarse, como por ejemplo una joya en forma de biznaga, así como cerámica, figuras decorativas, o la misma flor si se está en época primaveral.

Un teatro resurgido de casualidad

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Pero sí algo sorprende al viajero en la calle Alcazabilla es el Teatro Romano junto al Alcázar, un conjunto arqueológico único en el mundo. Esta última, construida entre los siglos XI y XV, es considerada una de las fortalezas más inexpugnables del Al-Andalus, ya que disponía de unos sistemas defensivos muy avanzados para su época. Sea como fuere, es una delicia subir hasta arriba para disfrutar de unas vistas que quitan el habla y maravillarse con los palacios nazaríes de los gobernantes musulmanes. Un secreto: en alguno de sus miradores puede observarse el ático del actor malagueño Antonio Banderas, en la calle Alcazabilla, donde suele pasar largas temporadas y aguarda una sorpresa; un elemento decorativo muy peculiar en su terraza.

El Teatro Romano, no es ni anfiteatro ni circo, de estilo griego, existió desde el siglo I a.C. hasta el siglo III d. C. Los musulmanes se llevaron pedazos para construir la Alcazaba hasta que quedó totalmente cubierto. A pesar de ser una construcción del siglo I a.C. no fue hasta el 2003 que se desenterró. En este lugar se encontraba la Casa de la Cultura (hoy en día no existe) cuyos jardines se decidieron ampliar descubriéndose este magnífico teatro.

Una pirámide de cristal enfrente del Teatro Romano que se asemeja a la del Louvre pero en miniatura. No es más que una ventana que descubre restos arqueológicos de una fábrica de salazones de la Antigua Roma, que forma parte del Centro de Interpretación del Teatro Romano.

Málaga, ciudad de museos
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Si seguimos bajando por la calle Alcazabilla, dejando atrás el Teatro Romano y la Alcazaba, se llega a la plaza de la Aduana en donde se ubica el Museo de Málaga, también arqueológico y de Bellas Artes. Se distribuye en dos plantas, una de arqueología, con más de 15.000 piezas, y la otra es una pinacoteca con una colección de pintura española del siglo XIX. A pesar de la gran cantidad de obras, es un museo muy ameno.

Pero sigamos la ruta y continuamos por la calle Císter, repleto de bares y terrazas hasta girar por la calle San Agustín y llegar al Museo Picasso Málaga, inaugurado en el 2003 gracias a las donaciones de Christine y Bernard Ruiz Picasso. Ubicado en el Palacio de los Condes de Buenavista, del siglo XVI, el edificio en sí merece ya una visita. Sus artesonados son una auténtica maravilla, especialmente la armadura que cubre el techo de las escaleras. Las 200 obras que se exponen del gran artista se reparten en salas de forma cronológica, una interesante manera de ver cómo evolucionó el arte picassiano.

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Málaga presume de museos y no es para menos. Solo en su centro histórico alberga 40 museos que da cuenta de que es un gran destino cultural. Los de más proyección internacional como el de Picasso, el de Carmen Thyssen, museo Ruso San Petersburgo y el Centro Pompidou probablemente son los que más turistas atraen, pero la calidad del resto es sorprendente. Por lo visto, a esta ciudad se le da bien el arte y Picasso no es el único pintor malagueño con museo propio. El museo Jorge Rando, dedicado al pintor del mismo nombre y referente mundial del neo expresionismo, es el primer y único museo de España dedicado a esta corriente y, por si fuera poco, gratuito. Otro lugar imprescindible es el Museo Revello de Toro donde encontramos maravillosas obras de este pintor y retratista malagueño, y con el añadido de que el edificio, además de bonito, fue la casa-taller del gran escultor Pedro de Mena.

Tampoco hay que saltarse el CAC (Centro de Arte de Contemporáneo), en el barrio del Soho pero bastante cerca del centro, un museo donde se disfruta de las artes plásticas de artistas nacionales e internacionales de una forma fresca y divertida. El edificio dispone de cafetería, restaurante y biblioteca que la hace perfecta para pasar una tarde de relax y gratuito.

Aquí hay museos para todos los gustos y públicos, desde el que va dedicado al famoso vino de Málaga, el de Semana Santa, sobre arte flamenco, automovilístico y de la moda….

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Una plaza que es el corazón de Málaga

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La plaza de la Constitución es el corazón de Málaga. Representa el lugar donde los “boquerones” y “boqueronas”, es decir, los malagueños se reúnen para todo: manifestaciones, fin de año, Semana Santa, la Feria…Se trata de una plaza muy singular, elegante, peatonal, con unas altas palmeras y la fuente de Génova. Destacan unas placas metálicas en el suelo que son portadas de periódicos del día de la Constitución. Pero si el viajero quiere sentirse como un buen malagueño debe aprender un vocabulario muy particular. Y es que no hay forma más malagueña que pedir un café con un “pitufo” o con una “loca”. Todo empezó con los años 50 en el Café Central, ubicada en la misma plaza, cuando el Sr. José Prado, quien lo regentaba entonces, tenía problemas para servir el café, y no era precisamente barato. Sus clientes medían el café con los dedos y cada uno lo pedía a su manera. Entonces creó un menú para que la gente escogiera. Por ejemplo, un “mitad” es una mitad de café y leche, y un “sombra” es tres cuartos de leche y un cuarto de café. Un “pitufo” es un bocadillo pequeño y una “loca” es el dulce más típico de Málaga. Consiste en un pastelito con dos capas de hojaldre relleno de crema y una capa de glaseado de color naranja con una guinda en el centro. Hay que probarla sí o sí en alguna de las pastelerías de la cadena Canasta.

Para facilitar la tarea de aprender el nuevo vocabulario conviene dirigirse a la calle Santa María (esquina con el café Central) donde un fantástico azulejo representa de una forma muy gráfica las nueve formas de tomar un café a lo malagueño.

Una avenida muy señorial

Tras aprender nuevas palabras malagueñas, nos dirigimos a la calle Marqués de Larios, la arteria principal, que desemboca en la plaza de la Constitución. Hasta finales del siglo XIX todas las calles eran estrechas y empedradas, de trazado islámico. Fue entonces cuando el ayuntamiento decidió crear una avenida amplia y moderna. El segundo marqués de Larios fue quien contribuyó económicamente, de ahí su nombre, cuya escultura se encuentra al final de la avenida. En realidad, se trata de tres figuras. La del propio marqués encima de un pedestal, y a su alrededor la de una mujer sujetando un niño que es una alegoría de la caridad. Al otro lado, un hombre joven con un pico que sería la alegoría al trabajo. Cuesta de creer que la escultura del marqués estuvo ocho años en el mar. Durante la segunda república no estaba bien visto que un marqués estuviera encima de un pedestal. El caso es que es una delicia pasear por esta gran avenida llena de tiendas de primera marca, cafeterías y elegantes edificios de esquinas redondeadas.

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Una catedral inacabada
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Quizá no tiene la fama de otras catedrales españolas, pero merece mucho la pena visitar la Catedral de la Encarnación, más conocida como “la manquita”, de estilo renacentista. Se construyó en 1528 sobre la antigua mezquita de la medina árabe, pero en 1.588 hubo protestas por el dinero que se estaba gastando en la obra y el obispo decidió paralizarla. Se reanudan en el siglo XVIII, pero la falta de presupuesto provocó otra vez su paralización en 1.782 y quedó inconclusa. Es por ello que falta la torre sur, de ahí su apodo “la manquita”, y otros elementos como puede observarse en la plaza del Obispo. Sin duda, una de las plazas más alegres y coloristas de Málaga con una preciosa fuente de piedra en el centro y un conjunto de edificios barrocos que conforman el palacio Episcopal, además de la fachada principal de la catedral. La visita a la catedral es por la calle Císter y es altamente recomendable subir a los terrados donde también está inacabada. Como le falta el tejado las bóvedas se muestran desnudas, y por desgracia, hay filtraciones cuando llueve.

Playas con sorpresa
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Por muy cultural que sea esta ciudad, no olvidemos que estamos en la capital de la Costa del Sol y por supuesto, no puede faltar la playa. Desde el centro se cruza el Parque de Málaga y enseguida se llega al Muelle 2, donde sorprende el Palmeral de las Sorpresas con una agradable zona de paseo acompañada de una original pérgola en forma de esqueleto de ballena. Sin embargo, la protagonista del Muelle 2 es el Centro Pompidou, sede del famoso museo de arte moderno parisino, con su inconfundible cubo de cristal de colores encima de una galería subterránea donde antes era un parking.

Seguimos hacia el Muelle 1, una zona de paseo repleto de restaurantes y tiendas junto a la playa de la Malagueta donde unas barcas ancladas en la playa cuecen los famosos espetos: sardinas atravesadas por un sable metálico y es obligado probarlas. Este paseo marítimo se funde con el paseo de la Farola que culmina con el hito que le da nombre, La Farola, símbolo de la ciudad de Málaga. Es un faro en “femenino” porque cuando se construyó, en 1817, la esposa del alcalde comentó que la plataforma en que estaba subida el faro era como una falda, y de ahí su apodo.

Un mercado con mezcla de estilos
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En Málaga se come de maravilla y su espectacular mercado da fe de ello. Se trata del mercado Central de Atarazanas, de visita obligada, cuyas paradas muestran los productos frescos y tradicionales de esta tierra de forma vistosa. Su historia se remonta en el siglo XV, cuando el mar llegaba hasta aquí y los barcos eran reparados por los astilleros nazaríes, de ahí el nombre. Tras la reconquista, el edificio pasó a ser almacén, arsenal, hospital militar y cuartel. Ahora es un precioso mercado de estructura de hierro cuya entrada principal es una puerta de arco de herradura de la época musulmana. El contraste entre el estilo modernista y el mudéjar en un mismo espacio lo hace un edificio muy singular. Desde esta entrada, sorprende una preciosidad de vidriera enorme al fondo, en la fachada trasera, donde se representan los hitos de Málaga: catedral, alcázar, el escudo.

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Es el lugar ideal para hacer una parada y comer en alguno de los restaurantes del interior y alrededores. Y ya que estamos aquí, se puede aprovechar para probar uno de los productos típicos de Málaga, su vino. A escasos metros del mercado existe la Antigua Casa de Guardia, una taberna fundada en 1870 que constituye un clásico de Málaga. Muy recomendable pedir el “pajarete” que es una mezcla de moscatel con Pedro Ximénez. Dicen que si bebes más de dos copas sin comer empiezas a ver pájaros rodeando la cabeza, de ahí su nombre.

Otro lugar emblemático para ir a comer es el Pimpi, un restaurante alegre y muy andaluz. También está el Chinitas cerca del famoso pasaje homónimo donde hubo el mítico y clandestino Café Chinitas. Se vaya donde se vaya, hay que pedir la ensalada malagueña con bacalao y naranja, el tipiquísimo ajoblanco, los espetos, el pescado frito y acompañado de una cerveza Victoria, o cómo no, un vino de Málaga.

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