Ciudad vieja de Jerusalén
Textos y fotos: Guillermo Cachero
Oh Jerusalén tú que te escondes entre murallas, tantas veces destruidas y avergonzada de aquellos que te hacen Santa. Si. Santa para tres religiones; todas te quieren y en nombre de su Dios, matan por ti. Eres la manzana de la discordia de sus creencias. Unas creencias por las que se ha derramado tanta sangre que cuentan algunos cronistas, que por la fe de un Dios la sangre que corría por tus calles llegaba a los tobillos de quien la pisaba.
Calles por las que caminaron profetas y algunos de ellos fueron asesinados en nombre de la verdad. Dividida en barrios conocidos por el nombre de las diversas religiones que «te dominaron». El Judío, el Cristiano, El Musulmán y el Armenio. Fuiste conquistada y destruida once veces por esos conquistadores, cinco de ellas de forma total. Aun así, sobresalen los lugares llamados “santos”, como la Vía Dolorosa o el Santo Sepulcro, el muro de las lamentaciones o la gran Mezquita; aunque no sean los lugares exactos santificados desde hace dos mil años.
Santa para los cristianos, judíos y musulmanes; estos últimos afirman que Mahoma subió al paraíso sobre la yegua alada Bura, desde el mismo sitio venerado por los israelitas; el monte Moriah. En el lugar en el cual Abraham ofreció el sacrificio de su hijo Isaac a Yahvé. Y el rey David levantó sobre la gastada roca un Altar. Fue elegido el lugar por el rey Salomón, hijo de David, para construir, alrededor del año 960 a.de.J.C., el primer templo judío.
Un templo que fue reconstruido por Herodes Antipas y del que Jesús expulsó a los mercaderes, según consta en el nuevo testamento. Destruido por los romanos en el año 33 después de la muerte de Jesús durante la segunda revuelta judía. Del templo gigantesco solo quedó un muro, que para el pueblo judío es el lamento de sus oraciones. El llamado Muro de las Lamentaciones.
Sobre los escombros del templo, los musulmanes siglos después, bajo una gran protesta de los judíos, erigieron un imponente monumento a la ascensión de Mahoma: La Mezquita de la Roca.
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Puertas de la Ciudad Vieja
Ocho puertas tiene la entrada a la ciudad, de ellas una está sellada; la llamada Puerta Dorada. Desde 1541, en el primer periodo Islámico de Jerusalén, los árabes la sellaron, pues según las profecías por esta puerta entrará el Mesías en su regreso y temían que si se cumple ellos perderían el poder de la ciudad. Es también conocida como la puerta de la vida eterna o la puerta de la misericordia. Otra leyenda de origen islámico asegura que el día del juicio final comenzará en este lugar al ser un valle sagrado, y se levantó un cementerio al ser muchos musulmanes quienes pidieron ser enterrado en un lugar sagrado. Y dado que no se pueden pisar las tumbas se cerró la puerta. En la actualidad ser enterrado en este sitio solo es posible, para aquellos que tienen un alto poder económico, ya que los precios de las tumbas son carísimos y no todo musulmán puede permitírselo.
PUERTA DE DAMASCO
Tras sus murallas se descubre una ciudad tan llena de historia que poco importa si sus calles son santas o no. Tres religiones en un solo lugar y siglos de enfrentamientos han dado lugar a zonas diferenciadas donde hay una puerta de entrada para cada uno de los cuatro barrios.
La puerta de Damasco es la entrada al barrio árabe, una de las más importantes y quizás la más espectacular, donde parece que el tiempo se haya quedado clavado desde la conquista musulmana. Una puerta de bulliciosos mercados, tanto en los accesos a la entrada como en el interior del barrio. Donde comerciantes, transeúntes vendedores ambulantes y curiosos se mezclan, formando una gran multitud que hace difícil poder caminar.
Son muchas la emociones que se perciben cuando te encuentras frente a la puerta de Damasco que mira al norte. Cuyo nombre es en honor de la ciudad de procedencia de quienes fueron gobernantes árabes de Jerusalén. Debajo de esta puerta del siglo XVI, los arqueólogos han descubierto trozos de la puerta construida por el emperador Adriano en el siglo II de nuestra Era.
Atravesando la puerta los puestos de frutas y verduras y los bares que ofrecen el zumo de granada tipi de la ciudad dejan un pasillo donde se hace muy difícil caminar con normalidad. A escasos metros se encuentra la Vía Dolorosa, ya perteneciente al barrio cristiano. Soldados Israelíes se ven a lo largo de la calle con sus fusiles y metralletas, hablan entre ellos y todo parece ser de la máxima normalidad.
Si se llega a esta puerta un día anterior al último del Ramadán, los puestos se duplican y la venta de prendas de vestir crece como hongos. Es costumbre entre los musulmanes que el último viernes del Ramadán, todo buen musulmán, debe celebrarlo estrenando una prenda de vestir. Es el día grande para el mundo islámico, ese día se visita a los familiares e incluso se celebran bodas.
El Ramadán en las calles de la vieja ciudad de Jerusalén se vive de la misma manera que en cualquier ciudad musulmana. Todo comienza sobre las 5:30 de la tarde, cuando va disminuyendo la multitud en la entrada de la puerta de Damasco y el barrio árabe. Ya se puede caminar sin tropezar, a la seis de la tarde se cierran los establecimientos y durante esa media hora las calles en la parte musulmana es un caos de tráfico. Una vez pasada esa media hora todo queda desértico, solo se ve en algún bar semicerrado cómo preparan la comida, pues ya acaba el ayuno y es la hora de alimentarse. Hasta las nueve de la noche hora del rezo es un barrio fantasma que una vez acabado el rezo vuelve de nuevo a su efervescencia. Entre las a las diez y la once de la noche abren de nuevo tiendas y puestos callejeros. Todo vuelve a su actividad y las familias salen a la calle donde en las pastelerías se ve una gran cola para comprar los típicos dulces, una gran cola con los típicos dulces. El caos automovilístico vuelve a su normalidad y los puestos de prendas de vestir abren de nuevo, siempre hay quien olvidó comprar una última tela o tejido para su vestuario.
Domo de la Roca
Alli donde se encuentra el lugar más sagrado de Israel.
La fecha ideal para visitar la ciudad vieja de Jerusalén es de domingo a jueves, si realmente queremos vivir la ciudad en toda su plenitud. El viernes es el día festivo de los musulmanes y el sábado de los judíos. Con lo que el barrio árabe tiene poca actividad y la mezquita está cerrada a visitante. De la misma manera, el sábado ocurre lo mismo no solo en Jerusalén sino en todo Israel. Aunque el viernes y el sábado se puede emplear en visita el barrio Cristiano y Armenio. El único problema es el sábado, ya que, si hemos llegado sin viaje programado tendremos muchos problemas para comer en este día, eso sí, podemos acercarnos hasta el barrio árabe.
Para visitar el Domo de la Roca o mezquita dorada construida entre el 690-692, las fechas permitidas es desde domingo a jueves. Esta mezquita ocupa un lugar único en la historia de la arquitectura islámica por ser el primer monumento musulmán de madurez estructural, decorativa y volumétrica. Ha heredado su perfección del talento de generaciones de constructores del Próximo Oriente. Construida como un santuario, el tercero del Islam (después de la Ka’ba de La Meca y de la mezquita del Profeta de Medina). El edificio recubre una roca desnuda que representa la cima del monte Moriah, el lugar más sagrado de Jerusalén no solo por los musulmanes también por los Judíos.
Es el lugar más sagrado de Israel, pues según las historia y leyendas fue donde se recogió el polvo del cual fue creado Adán. Allí donde sus hijos Caín y Abel ofrecían los sacrificios y más tarde Abraham. El rey David, tras conquistar Jerusalén, compró el monte Moriah a los jebuseos proclamando a la ciudad como capital de Israel. Donde se construyó el primer templo por Salomón, destruido más tarde y construido de nuevo por Herodes. Y destruido definitivamente por Tito, hijo del emperador Vespasiano, sofocando la violenta revuelta, logrando conquistar la ciudad, saqueando y destruyendo el templo, quedando únicamente el lado oeste conocido actualmente como el muro de las lamentaciones durante el año 70 d. C.
La construcción del Domo fue ordenada por el Califa Abdelmalik ben Marwan de la dinastía árabe de los Ummayad con la intención de erigir un gran monumento para destacar la presencia musulmana en la ciudad. De esa manera sus fieles tendrían un lugar para rezar, ya que el único gran monumento religioso de ese tiempo era el Santo Sepulcro cristiano. El domo es el lugar de oración más antiguo de la fe islámica y la obra arquitectónica más destacada de la dinastía de los Ummayad. El Domo de la Roca consta de una estructura octogonal en su base y sobre ella nace el domo dorado de aproximadamente 20 metros de diámetro.
Durante tres veces visitando Jerusalén, siempre me quedaba un vacío, tener la experiencia de visitar el domo en pleno sermón del viernes. Algo que ya viví en Damasco, en la Mezquita Omeya y desde entonces creció en mí como un gusano. No soy religioso, pero me fascina la forma en que cada creyente manifiesta su fe. Y me resistía dejar de presenciar como se manifiestan en uno de los lugares sagrados del islam. Así que me decidí probar, total, el No, ya lo tenía y lo único que me podía pasar era que me sacaran a golpes.
Entré por la puerta de los Leones, donde a mano izquierda queda la entrada a la cúpula dorada, donde cuatro soldados me dieron el alto, ya que como extranjero no podía pasar, les dije que era musulmán y me miraron con cara extrañada, me preguntan de qué país procedía y les dije que de Serbia que era musulmán Serbio. Me cachearon de arriba abajo y sin ningún problema más, me dejaron atravesar la muralla donde quedé asombrado viendo el magnífico lugar, aún no repleto de fieles, pero tan diferente cuando se visita viendo la explanada vacía.
Serían aproximadamente las 11 de la mañana y ya estaba casi al completo todo el patio del recinto que es grandioso. El lugar se fue llenando de fieles, algunos de ellos llevaban su alfombra para el rezo y lo cierto es que yo solo tenía ojos para observar todo cuanto sucedía.
El Imán no paraba de hablar y hablar e incluso chillar en algunos momentos con muchísima ira (como comprenderéis era en árabe y no entendía nada de nada). Los presentes hablaban entre ellos, algunos muy acalorados sobre las palabras del Imán, a mi lado algunos se me dirigían y yo les decía que era Serbio que lo sentía, pero no hablaba su lengua, algunos se interesaban por mi “país” y sobre todo por la matanza de musulmanes que padeció. Yo llevaba un rosario en mi mano con el que iba “rezando” más bien movía los labios para certificar mi fe al Islam. Lo cierto es que no quiero ni pensar qué hubiera ocurrido si me descubren, traté por todos los medios en pasar lo más desapercibido posible.
El lugar estaba absolutamente repleto, creo que debía de haber más de 5.000 personas y lo cierto es qué cuando empezó el rezo, aquello fue espectacular, yo me fijaba en el que estaba a mi lado y si él se levantaba yo hacía lo mismo, del mismo modo si se arrodillaba o hundía su cabeza en el suelo. Pero mi curiosidad era superior y no podía dejar de mirar al resto. Así como impresionarme por la voz del Imán en los rezos, una voz que ya era más pausada y dulce, muy distinta a la del sermón. La situación era tal que me ponía la piel de gallina, observar y al mismo tiempo efectuar los mismos movimientos con todos al unísono, se ponían de rodillas, se llevaban las manos a la cara y a otra orden del Imán se arrodillaban e inclinaban la cabeza en el suelo. El momento fue mágico: por una parte, rezaba como un musulmán más y, por otra, tenía miedo de ser descubierto y esto me provocaba una excitación increíble. No olvidaré jamás esta experiencia.
Lo cierto es que he de decir que después de tener esta experiencia a la que puedo catalogar de extraordinaria en esos momentos, pensé. Dios, como me gustaría antes de morirme ir a la Meca, porque si esto lo encontré sensacional no puedo imaginar cómo debe ser estar en la Meca. He de decir que en Damasco mi experiencia fue distinta, ya que allí fui invitado y lo viví como tal, donde pude fotografiar.
Llegó la hora del final de los rezos y si ya era extraordinaria la situación ahora se tornaba diferente pero no menos atractiva. Al salir del recinto, los soldados seguían allí con sus metralletas, pero además la calle hasta llegar a la puerta del León se encontraba llena de comerciantes por ambos lados. La mayor parte de ellos vendían pan, me quedé al lado de un niño que tenía dos carros de madera de unos 50 cm de lado a lado y de unos 1 metro de profundidad repletos de pan y en media hora se quedó sin existencias. Al lado de la mujer había una especie de croqueta de carne y verdura que vendió en pocos minutos. Es el día festivo y cómo no, no podía faltar el que vende un caballo de plástico o un simple globo, para llevar a los niños que esperan en casa.
Continué mi marcha con dirección hacia la vía dolorosa. De pronto, me encuentro a varios jóvenes que tocan y bailan con unos bongos, otros le cantan y la fiesta empieza. A su alrededor, la vida comienza a moverse y parece que el día haya estado detenido hasta ese instante.
En la puerta de Damasco, antes de llegar a ella por su interior, donde a primera hora de la mañana todo estaba cerrado, los puestos de verduras, frutas y hortalizas y venta de productos ya se encontraban activos. Justo delante de la puerta de Damasco, en su interior, existe un bar donde hacen unos de los Dönner Kebab, mejores de Jerusalén, allí me senté y presencie la riada de personas que entraban y salían. Si presenciar los rezos en la mezquita fue único, este momento lo califico como de extraordinario. Ser testigo de cómo se pone en marcha una parte de la ciudad que estaba en pausa y que después del rezo en su día festivo, al haber cumplido con su Dios, continuaban con su vida diaria.
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Barrio Cristiano
Via Dolorosa
La vía dolorosa es el lugar más visitado por los cristianos que llegan a Jerusalén. Pues según sus creencias fue el último lugar pisado por Jesús antes de ser crucificado.
Pero no acabó ahí, las sorpresas de este viernes, después me dirigí hacia la Vía Dolorosa, camino del Santo Sepulcro en el barrio cristiano. Cuando veo a unos rusos ortodoxos haciendo la procesión del Vía Crucis. Un ritual que solo es permitido realizar cada viernes del año.
Tras el que llevaba una cruz, el resto le seguía entre rezos. Suelen llegar hasta la iglesia del Santo Sepulcro con su cruz, donde se quedan a las puertas. Pues solo se permite la entrada en el interior del recinto con la cruz el Viernes Santo. Esta ceremonia del Vía Crucis no solo la ejecutan los ortodoxos, sino que durante todo el año se puede ver a peregrinos de cualquier parte del mundo.
Esta calle, que evoca aquella en la que Jesús caminó por última vez antes de ser crucificado, es una estrecha callejuela, de piadoso recuerdo. Unas lápidas señalan las catorce estaciones del martirio. La primera está junto al convento de las hermanas del Sión francesas. La decimocuarta y última es la capilla del Sepulcro, en la iglesia del Santo Sepulcro. Es difícil descubrir bajo la actual Jerusalén los mismos sitios que pisó Jesús. La única certeza la da un cartel que la identifica.
Actualmente, es una calle muy visitada por todos aquellos que profesan la religión cristiana, y donde se concentran más comercio de toda la ciudad vieja de Jerusalén.
Praetorium
En la Vía dolorosa se encuentra el Praetorium, la residencia del que fue Gobernador romano en Israel, en la época de Jesús; Poncio Pilato. En esta residencia se dictó la sentencia contra Jesús. Es conocida como la capilla de la flagelación. En la actualidad es el convento de las monjas de Sión más conocido como iglesia del Ecce Homo, donde se conservan grandes fragmentos del “Pavimento de la Justicia” donde Jesús fue juzgado.
Iglesia protestante Luterana del Redentor
En 1841 la reina de Inglaterra y el rey de Prusia decidieron crear un obispado anglicano-luterano conjunto en Jerusalén.
Al acercarse a la Iglesia del Santo Sepulcro y después de recorrer las laberínticas calles, todas ellas llenas de tiendas para el turismo, se llega hasta la calle Muristán donde se encuentra la iglesia protestante Luterana del Redentor. Junto a la puerta de Jaffa, en una plaza que no ha cambiado en siglos, se encuentra esta iglesia con un campanario que parece un minarete, visible desde cualquier punto de la ciudad. En 1841, la reina de Inglaterra y el rey de Prusia decidieron establecer conjuntamente un obispado anglicano-luterano en Jerusalén.
El mismo tuvo su fin en 1886 con la disolución del emprendimiento conjunto anglo-prusiano. La Iglesia Luterana alemana estableció una presencia independiente en Jerusalén y Tierra Santa. Esta comunidad ha ido atrayendo cada vez más miembros que hablan árabe, muchos de ellos exalumnos de las escuelas y otras instituciones mantenidas por iglesias y sociedades luteranas alemanas. Desde 1979, la congregación árabe parlante cuenta con su propio obispo y existe de forma independiente de la pequeña congregación germano parlante, representada por un pastor.
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Santo Sepulcro
Iglesia del Santo Sepulcro dentro de un rosario de capillas, todas las cuales hacen referencia a la historia de la salvación.
A escasos metros de la iglesia Luterana. Se llega a un arco que al traspasarlo aparece la imponente fachada de la basílica del Santo Sepulcro. Una fachada de estilo indefinido es, en realidad, una mezcla de los estilos arquitectónicos de los últimos mil años.
En la misma puerta, se reúnen grupos de peregrinos y turistas. El Santo Sepulcro permanece abierto desde las 4:00 de la mañana hasta las 11:30 y desde las 12:30 hasta las 5:45 en invierno y las 8:00 de la tarde en verano. El cierre y apertura, así como en la entrada, se topa, para gran sorpresa, con el Islam: según un antiquísimo privilegio, el portal de la basílica es abierto por una familia musulmana.
Justo en la entrada se encuentra la piedra de la Unción. Esta piedra considerada sagrada es muy venerada por los creyentes greco-ortodoxos. Fue la piedra que acogió el cuerpo de jesús cuando le bajaron de la cruz, y donde según el rito Judío; Jesús recibió los últimos óleos antes de ser amortajado para su enterramiento. Es una de las reliquias más veneradas por la iglesia ortodoxa. Y tanto ruso como greco-ortodoxos, algunos se extienden y abrazan, lloran, rezan, otros llevan toda clase de objetos, proliferan las cucharas para bendecirlas, las extienden y piden la bendición de cada objeto. Detrás de la piedra un mosaico, muestra la bajada de la cruz, la unción y su traslado al sepulcro.
Frente a la majestuosidad del Katholikon, se encuentra un edificio en forma cuadrada. Este edificio tiene dos entradas, la que da al frente al Katholikon es la entrada Cristiana, para acceder al interior donde se cree que estaba el sepulcro del cuerpo de Jesús. En la parte trasera del edificio se encuentra la capilla de los Coptos.
En la zona cristiana, cada día centenares de personas acuden en masa para poder entrar. En su portalón se encuentra la figura de Cristo crucificado; un hueco enmarcado en plata indica el lugar en el que se alzaba la cruz. Para acceder se deben agachar. Entre lágrimas y rezos besan el lugar donde fue crucificado su salvador. Bajo la cúpula de la iglesia hay una capilla de mármol con un atrio, llamada capilla del ángel, que algunos libros apócrifos señalan como el lugar donde se depositó el cuerpo de Jesús. El lugar donde se encontraba la piedra que sellaba el sepulcro del Cristo.
El templo está iluminado por 43 lámparas de gran belleza, que, según explican, cada una de las cuales pertenece a las confesiones cristianas. En su interior reina un silencio absoluto, no se permite hacer fotos, pero los flashes se disparan constantemente.
La historia de la construcción de la Iglesia del Santo Sepulcro contiene leyendas como no podía ser de otra manera. Construida en el 66 d. C. fue la iglesia cristiana más antigua en Jerusalén. La ciudad de Jerusalén fue destruida por el emperador Adriano en la segunda revuelta judía, en el 135. El emperador Adriano ordenó destruir completamente la ciudad y construyó una nueva ciudad romana, llamada Aelia Capitolina. El monte Gólgota, donde se encontraba la iglesia, fue totalmente cubierto de tierra y escombros, cavando un foso donde se arrojaron las tres cruces y todo aquello que servía como reliquia para los cristianos de la época que solían ir al lugar en peregrinación.
Más tarde, Adriano ordenó la construcción de un templo en honor a Venus. Y una estatua a Júpiter en el lugar de la crucifixión. Algo corriente, construir edificios paganos en los lugares sagrados de otras religiones. Ciertamente, el lugar se consideraba sagrado no solo por la crucifixión de Jesús, sino también por otros motivos.
El Calvario o Gólgota, que en hebreo significa ‘montículo pelado’, ‘seco’, ‘pedregoso’, ‘sin vegetación alguna’, era un lugar donde se cree que se encontró la calavera de Adán, de ahí la procedencia del nombre Calvario.
Y, de acuerdo con la fe cristiana, Jesús fue crucificado encima de la tumba de Adán, lo que cumplía la redención, ya que su sangre derramada purificaba los restos del primer pecador, que actualmente se encuentran bajo el lugar donde estaba la cruz, en la planta baja de la Iglesia de Adán. La historia también nos revela que fue el Emperador Constantino quien se convirtió al cristianismo y fundó el catolicismo. Quien, en el año 325, envió arqueólogos para recuperar el lugar de la crucifixión. El templo de Venus fue destruido y en las excavaciones se encontraron las tres cruces.
Después de que, el emperador Constantino, convocara una reunión de obispos de todo el imperio, en la que se incluía a Macario, obispo de Aelia Capitolina, —como así se le conocía en esa época a Jerusalén—, Elena, madre del emperador, escuchó del propio Macario el lamentable abandono en que se encontraban los lugares consagrados por la vida y muerte de Jesús. Tras recibir la bendición, autoridad y fondos de su hijo, partió hacia Tierra Santa convirtiéndose en la primera peregrina.
Narra el historiador Rufino. San Macario, obispo de Jerusalén, ordenó que se hicieran rogativas para obtener de Dios la gracia de conocer la verdadera Cruz; y como no se podía distinguir cuál era la de Cristo, San Macario hizo traer a una mujer agonizante. Al tocar la primera Cruz, la enferma se agravó, la Cruz era del ladrón Gestas, pero al tocarla con la segunda quedó igual de enferma de lo que estaba, la Cruz era del ladrón Dimas, pero al tocarla con la tercera Cruz, la enferma recuperó instantáneamente su salud. Tras atender a su devoción, Elena ordenó que la Santa Cruz fuera dividida en tres partes: un fragmento fue enviado a su hijo Constantino, pero ese fragmento se ha perdido.
Constantino lo recibió con grandes honores; otro fragmento fue enviado a Roma, junto con los clavos y la corona de espinas, para la iglesia que ella misma había fundado, conocida como la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén, y el trozo mayor se lo entregó a San Macario para la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, ambos fragmentos todavía se conservan en dichas Iglesias. En realidad, se trata de dos iglesias: una de forma circular construida sobre el sepulcro y otra de planta basilical construida enfrente, sobre el lugar de la crucifixión.
La capilla de los Coptos detrás de la Aedicula del Santo Sepulcro
Los cruzados, dada la necesidad de disponer de un espacio amplio ante la llegada de peregrinos, unieron las dos iglesias formando un único espacio. Al construir la iglesia, los arquitectos de Constantino demolieron casi todo el emplazamiento donde se encontraba la cueva que se creía era la sepultura de Jesús. Por lo tanto, aunque realmente hubiese sido el lugar verdadero de la sepultura, ellos mismos para construir el Santo Sepulcro demolieron el verdadero lugar. Dado que solo de esta forma podía quedar en el centro del edificio que habían construido. Sin embargo, ni siquiera si la hubieran conservado, hubiese perdurado hasta nuestros días. El 614, la iglesia construida por Constantino fue destruida y quemada por el comandante Persa Romizanes, quien también arrasó gran parte de la ciudad de Jerusalén, quemó el Santo Sepulcro, la mayoría de las iglesias cristianas y asesinó y enterró en una cueva en Mamila a más de 30.000 personas.
Tuvo que pasar más de dos siglos hasta que el Patriarca Modesto reconstruyera parcialmente la iglesia, que fue destruida de nuevo por un terremoto en el 810, y fue en ese mismo año cuando el Patriarca Tomás la reparó. En 935 finalmente los cristianos lograron superar los intentos de los musulmanes de construir una mezquita adyacente a la Basílica. Posteriormente, fue quemada de nuevo por los musulmanes en el año 938. Después de la reconstrucción, fue de nuevo incendiada en el año 966 por los musulmanes durante la guerra perdida en Siria. En 1009, el Califa Fátima de Egipto ordenó la destrucción total del Santo Sepulcro. La tumba y todo lo que Constantino había construido. Durante once años se les prohibió a los Cristianos que visitaran el lugar para rezar, haciendo caso omiso. Solo tras la muerte de Al-Hakim, en un tratado de paz con el emperador Bizantino Argirópulos, se les permitió reconstruir el Santo Sepulcro.
Los cruzados conquistaron Jerusalén en el año 1099 y cuentan las crónicas que fueron tan sanguinarios que por las calles de Jerusalén, la sangre llegaba hasta los tobillos, mataron Judíos y árabes sin piedad. El Santo Sepulcro recuperó su esplendor durante la época de los cruzados, y la mayor parte del edificio actual es el resultado de la reconstrucción y ampliación cruzada del siglo XII. Las actuales columnas y pilas de la Rotonda son copia aproximada de la forma y el diseño originales del siglo IV, pero con la mitad de su altura. En el año 1188 Jerusalén fue conquistada por el ejército de Saladino, recuperando el control de Tierra Santa. El Santo Sepulcro, aunque no fue destruido, quedó desprovisto de su esplendor, y sus mármoles fueron utilizados para construir mezquitas y palacios. La Basílica del Santo Sepulcro fue cerrada y nadie podía oficiar en ella.
En 1244, muchos cristianos perecieron durante las incursiones musulmanas, y el templo del Santo Sepulcro sufrió considerables daños. En 1246, un acuerdo posterior entre el sultán Ajub y el Papa Inocencio IV estableció que las llaves de la Basílica sean entregadas a dos familias musulmanas, quienes serán los encargados de abrir las puertas a los peregrinos que lleguen al lugar.
Más tarde, debido a los diferentes roces entre Ortodoxos Griegos y Católicos Romanos Latinos; entre Ortodoxos Coptos y Ortodoxos Etíopes, se perpetuó la necesidad del acuerdo con los Guardianes Musulmanes de las Llaves del Santo Sepulcro de hace ocho siglos y, por ello, sigue vigente hasta hoy en día, si bien la Basílica está abierta a todos los visitantes, sin ninguna limitación.
Katholikon Griego
Construida por los Cruzados. En tiempos Otomano fue otorgada a los Ortodoxos Griegos.
Los cruzados encontraron el conjunto de edificios exactamente como fueron dejados por la restauración de Constantino IX. Desde 1140 hasta 1149, bajo la dirección de un arquitecto, el maestro Giordano, se llevó a cabo una gran reparación del conjunto y la construcción de una catedral de estilo franco-románico. Al este de la rotonda ubicada sobre la Anastasis se construyó el transepto, y algo más alejados, rodeados por un pasillo, se fabricaron el coro, el ábside y un arco triunfal en la unión con la rotonda. La iglesia central se comunicaba con numerosas capillas.
Es esta iglesia levantada por los cruzados la que todavía se puede ver: las hermosas puertas de estilo románico, especialmente las orientadas hacia el sur, le confieren al templo un estilo oriental. En 1808, la rotonda se quemó hasta los cimientos y los ortodoxos convencieron al gobierno turco de que se les permitiera reconstruirla. El coro de la Iglesia de la Cruzada se transformó en el actual Katholikon Ortodoxo. Los arcos del pasillo que rodeaban al coro fueron tapados, convirtiéndolo en un pasaje oscuro. La cúpula que se levantó sobre la rotonda amenazó con desplomarse en 1869. En una acción coordinada, Francia y Rusia sustituyeron esta cúpula por la cubierta de hierro que todavía existe.
Milagro del Fuego Sagrado
Visitar Jerusalén y desde luego el Santo Sepulcro es para quienes profesan la religión cristiana uno de sus destinos preferidos. Desde luego es una ciudad que se puede visitar durante cualquier época del año, aunque Semana Santa sería la fecha elegida por la mayoría de los creyentes.
Existe en la noche del Sábado Santo por parte de la iglesia ortodoxa desde el siglo XII, una de las “supersticiones” conocidas como el Milagro de la Luz Santa en el Santo Sepulcro. Y que ha tenido una gran influencia en la ortodoxa rusa gracias a un Abad Ruso que tuvo el privilegio de presenciarla en una de sus visitas. Un “milagro” del cual han efectuado bandera las iglesias Ortodoxa es la verdadera peregrinación que todo creyente Ortodoxo desea efectuar una vez en su vida.
La iglesia en la noche de sábado se encuentra absolutamente repleta de Ortodoxos-griego, Coptos y Rusos, ya desde la madrugada del día anterior acampan en los alrededores. El milagro se produce cada año a la misma hora las 2:00 de la madrugada y horas antes comienza a entrar a la iglesia con cánticos en honor de aquellos que en tiempos de la ocupación otomana les prohibieron acudir a la iglesia para rezar y expresar sus creencias siendo muchos de ellos castigados. Cánticos que van acompañados de tambores, donde expresan sus sentimientos religiosos y reafirman su condición “Somos los Cristianos, lo hemos sido por siglos y lo seremos siempre”, así repiten una y otra vez hasta la 1:00 de la madrugada momento en que se produce un silencio absoluto; si ya era extraordinario escuchar los cánticos entre tambores, lo es mucho más, el impresionante silencio.
Después de esa hora de silencio tenso se produce a las 2:00 de la madrugada, como así ocurre desde siglos el “milagro”, una delegación de las autoridades locales, atraviesan entre la multitud. Aunque estas autoridades no son Cristianos, son parte de las ceremonias. En los tiempos de la ocupación Turca en Palestina, eran Turcos Musulmanes, la delegación de autoridades. Actualmente son Israelíes. Durante siglos, la presencia de estos oficiales ha sido una parte integrante de la ceremonia. Su función es la de representar a los romanos, en tiempos de Jesús. Los Evangelios hablan de que los romanos fueron a sellar la Tumba de Jesús, para que sus Discípulos no robaran su Cuerpo, y dijeran que había resucitado. De la misma manera, las autoridades israelíes, este Sábado de Pascua, acuden y sellan el Sepulcro, con cera. Antes, de que sellen la puerta, es costumbre que entren al Sepulcro a revisar que no hay ninguna fuente oculta que, fraudulentamente, pudiera producir el Milagro del fuego. Tal y como los romanos estuvieron presentes para garantizar que no hubiera manipulación después de la muerte de Jesús, ahora, las autoridades locales Israelíes se encuentran aquí, para garantizar que no exista engaño.
Una vez que el Sepulcro ha sido inspeccionado y sellado, todos los asistentes cantan el Kyrie Eleison (Señor, ten misericordia). Al finalizar la procesión del Santo Sepulcro, el Patriarca se despoja de sus vestiduras litúrgicas reales y permanece solo con su alba blanca, en señal de humildad frente a la sepultura.
Todas las lámparas de aceite se apagaron la noche anterior, y ahora toda la luz artificial se ha ido, de manera que la Iglesia está en la oscuridad. Con dos grandes velas, el Patriarca entra a la Capilla del Santo Sepulcro: primero al pequeño cuarto frente al Sepulcro y de ahí, al Sepulcro Mismo, según explica el propio Patriarca, dado que solo él puede acceder a su interior.
Se arrodilla ante el sepulcro y reza oraciones que le han sido transmitidas durante siglos. Después, espera. A los pocos minutos, desde el centro de la piedra surge una luz para él, de un color azul indefinido que va cambiando de matices, de los cuales él no sabe definir en términos humanos. La luz que recubre la piedra, como si fuera una nube y que a veces ilumina todo el sepulcro, se eleva de la piedra, como si fuera agua que se eleva de un lago, y como si fuera un resplandor que a veces se percibe desde fuera, se encienden las velas y la lámpara de aceite.
Al salir al exterior, los asistentes estallaron en vítores. El patriarca entrega la llama al Patriarca Armenio y al Copto, y luego se va repartiendo entre los presentes en la iglesia. Estos la reciben con gran alegría y sé la van repartiendo entre ellos, uno la toca y comprueba que no se quema, y todos comienzan a dar vueltas alrededor del sepulcro.
Una historia que es cuestionada por muchas personas que no creen en el llamado “milagro”, algunos dicen que el Patriarca lleva algún sistema para encender el fuego. Y aquellos que han asistido a la ceremonia dicen que el sepulcro se revisa momentos antes de su entrada y que él se despoja de todas sus pertenencias y todo queda completamente a oscuras, y es más, los hay quienes aseguran que en el mismo instante se encienden velas de muchos de los peregrinos en el exterior del Sepulcro.
Lo cierto es que el milagro nunca ha sido filmado y desde luego no pienso que nunca lo sea. Los milagros no pueden ser demostrados. Y sus partidarios aseguran que se requiere fe para que un milagro produzca resultados en la vida de una persona, y sin este acto de fe, no hay milagro, en sentido estricto. Por lo tanto, no puede haber milagro sin fe. De todos modos ahí queda el relato y que cada cual opine.
Se puede creer o no en Dios, ser creyente o ateo, pero la experiencia es inolvidable al presenciar como centenares de personas cantan y bailan a la luz de las velas. Extasiadas por su fe.
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Tumbas en el valle del Cedrón
Cientos de tumbas, elaboradas y simples, fueron labradas en las laderas de los montes que rodean la ciudad, principalmente en este lugar.
Al caminar en torno a las murallas de Jerusalén, en las proximidades del cementerio árabe situado cerca de la Puerta Dorada, se puede apreciar el denominado Monte de Getsemaní, más conocido como el Monte de los Olivos. Desde allí se observa la iglesia de las naciones y a sus pies las tumbas del periodo del Segundo Templo.
Las cavernas funerarias se utilizaron de forma continua durante varias generaciones por miembros de la misma familia. Aquí se encuentran la de Yad Avshalom, el hijo rebelde del Rey David. Un monumento de veinte metros de altura, compuesto por una estructura cuadrada inferior cortada en la roca, que contiene una pequeña cámara sepulcral.
La tumba de Zejariah (conocido como el profeta Zacarías o, el padre de Juan Bautista) es una lápida monolítica que se encuentra en la roca que lo rodea. De estructura cuadrada de cinco por cinco metros decorada con columnas jónicas y coronado por una pirámide. Probablemente, servía como nefesh para la tumba debajo de él.
La tumba de Benei Hezir cortada en la roca, con una fachada de dos columnas dóricas, labrada en la roca. La tumba de varios miembros de la familia Hezir que sirvieron como sacerdotes en el Templo está tallada con una inscripción en hebreo en el arquitrabe sobre las columnas.
GETSEMANI
MONTE DE LOS OLIVOS
El Monte de los Olivos se alza en el valle de Cedrón, justo al este de Jerusalén. En la actualidad, en este lugar hay más iglesias, capillas y cementerios que olivos. Desde su cumbre se puede ver una magnífica vista de toda Jerusalén y, en la otra dirección, el desierto de Judea, el valle del Jordán y las montañas de Moab.
El monte está cargado de significación bíblica: en el Antiguo Testamento se cita como el lugar donde David lloró la muerte de su rebelde hijo Absalón, y también está estrechamente relacionado con la figura de Jesús, ya que fue el lugar donde oró antes de su entrega a los romanos por parte de Judas Iscariote. Existe una minúscula mezquita conocida como Capilla de la Ascensión, donde hubo una iglesia desde el año 390 d. C. El pequeño edificio actual data de la época de los cruzados y fue convertido en mezquita por Saladino en 1198. En su interior hay una roca en la que, según se dice, se puede ver la huella del pie de Jesús en el momento de la ascensión. La pequeña cripta mortuoria que hay cerca de la mezquita es relevante para las tres religiones: los judíos creen que contiene la tumba de la profetisa Hulda, una de las siete profetisas que se mencionan en el Antiguo Testamento; los cristianos sostienen que es la tumba de Santa Pelagia y los musulmanes afirman que Rabi’a al-Adawiya, una mujer santa del siglo V, está enterrada allí.
Conocido como Getsemaní en hebreo, que significa ‘el lugar de la prensa de aceite’. Al parecer, por la gran cantidad de olivos que rodeaban el área en aquellos días. Todos los evangelios hacen referencia a este lugar. Tiene una extensión de unos 1200 metros cuadrados. La iglesia de la Agonía se encuentra entre el monte de los Olivos y la moderna carretera de Jericó, que pasa por Betania. Inicialmente, el terreno también contemplaba el lugar de la Iglesia, ya que esta se construyó sobre las ruinas del edificio que Egeria y San Jerónimo afirmaron que se había alzado en el lugar de la oración de Cristo. En 1681, los franciscanos adquirieron la propiedad del huerto y han mantenido su aspecto rústico, construyendo un muro más alto que el que encontraron para proteger a los olivos. En la actualidad, solo es un pequeño jardín que contiene olivos.
Iglesia de las Naciones
La iglesia de Todas las Naciones se eleva junto al monte de los Olivos; recibió este nombre debido a que su construcción fue financiada por doce países diferentes. También se le conoce como la basílica de Getsemaní de la Agonía, ya que fue el último lugar donde Jesús oró con sus discípulos y Judas les entregó a los romanos.
La primera iglesia que se construyó en el año 379 fue destruida por un terremoto en el año 746. Se construyó una nueva sobre las ruinas de la anterior que fue abandonada en el 1345. La actual data de 1924 y conserva la roca identificada como el lugar donde se cree que Jesús oró antes de su detención.
La entrada está enmarcada por un arco de mosaico de estilo Bizantino. En el interior del altar hay unos frescos que representan a Jesús orando sobre una roca y en otra parte de la iglesia hay otro fresco que muestra el beso que Judas le da a Jesús cuando lo entrega a los romanos. Las ventanas de la iglesia actual son de un alabastro azulado-purpurino translúcido, que produce un efecto intencionado y siniestro en el interior. Seis columnas monolíticas sostienen 12 cúpulas, cuyos interiores están decorados con mosaicos que representan los emblemas nacionales de las comunidades que hicieron donaciones. Esta decoración dio origen al nombre con que es conocida: “Iglesia de Todas las Naciones”.
Convento Ortodoxo Ruso de María Magdalena
El Convento ortodoxo ruso se encuentra justo detrás de la iglesia Agonía. Dedicada a María Magdalena.
La iglesia fue construida en 1886, por orden del zar Alejandro III, en honor a su madre, la emperatriz María Aleksándrovna. David Grimm la construyó siguiendo el tradicional estilo de las iglesias rusas; tiene siete cúpulas doradas de estilo “cebolla”. El interior contiene grandes frescos de gran belleza, tal y como es habitual en las iglesias ortodoxas rusas.
En la iglesia yacen los restos de dos santas mártires ortodoxos, la Gran Duquesa Isabel Fiódorovna Románova de Rusia y su compañera, la monja Varvara Yakovleva. La princesa Alicia de Grecia, sobrina de la Gran Duquesa y suegra de la reina Isabel II del Reino Unido, prestó ayuda a miembros de la comunidad judía durante la ocupación nazi de Grecia.
Puerta de Sión y el Barrio Armenio
Puerta de Sión: Es la que lleva el nombre bíblico más antiguo de Jerusalén. El monte Sión, que anteriormente formaba parte de la ciudad y, por extensión, de todo el país, dio su nombre al movimiento sionista; hasta dos días antes de la independencia, los fundadores del estado judío dudaron entre el nombre de Sión y el de Israel para el país.
Es el acceso al barrio armenio, el más pequeño de los cuatro que se encuentran dentro del casco antiguo de la ciudad. Se cree que fue el sitio donde el rey David tuvo su ciudadela, que más tarde fue demolida por Nabucodonosor y posteriormente por los romanos. A pocos metros está la tumba del rey David. Y nos acerca además al barrio Judío.
El barrio armenio es, en mi opinión, uno de los mejor conservados de la ciudad vieja. Su limpieza de calles y plazas de piedra, sus casas de piedra y sus pasadizos. Con la tranquilidad que se respira, lejos del bullicio de la parte árabe o de la concentración de la mayoría de los religiosos, no solo de la religión cristiana también armenia y ortodoxa. Donde celebran sus creencias. Caminar por sus calles en un día festivo es llenarse de paz.
Los armenios se instalaron en Jerusalén en el siglo IV, por motivos religiosos y durante unos 1500 años convivieron con las demás religiones. No es que después ellos tuvieran algún roce con ninguna de ellas, pero debido al genocidio Otomano de 1915, muchos abandonaron Jerusalén por miedo a tener el mismo destino. La población armenia en Jerusalén alcanzó los 50.000 habitantes, actualmente quedan unos 500 en la ciudad vieja, otros se encuentran repartidos por Yafo, Tel Aviv, Belén y apenas unos dos mil en los alrededores de Jerusalén, de ellos una minoría tienen pasaporte israelí, el resto posee permiso de residencia permanente con pasaporte jordano.
Todo ello lleva a que, en la parte suroccidental de la ciudad vieja, se puede ver el avance del barrio judío y es difícil saber dónde comienza y termina el barrio armenio.
El centro del barrio sigue siendo armenio, ya que allí es imposible confundirse, por sus edificios religiosos como la Catedral de Santiago, construida en el siglo XII. En su altar se encuentran los restos del apóstol Santiago el Menor, y en una capilla lateral se encuentra la cabeza del apóstol Santiago el Mayor. El Museo Torre de David, un museo sobre la historia de la ciudad, y la Iglesia Anglicana. La esbelta torre se encuentra en la ciudadela, que sobresale sobre las fortificaciones de la ciudad. Museo Armenio del Antiguo Museo de Yishuv Court. La iglesia de la Dormición de la Virgen María. El Cenáculo y la única referencia judía; la Tumba del Rey David.
Cénaculo
Donde tuvo lugar la Santa Cena
Conocido como el Cenáculo, el lugar donde Jesús celebró la última cena con sus discípulos. Está en el piso de arriba donde está la tumba del rey David. La sala data de la época de los cruzados, con sus característicos arcos góticos. Fue una iglesia franciscana hasta 1552 y fue convertida en mezquita por los otomanos, quienes le añadieron un mihrab y vidrieras. Es el lugar donde los evangelios relatan que Jesús se apareció a sus discípulos tras la resurrección. Y donde el Espíritu Santo se les apareció a los apóstoles en Pentecostés.
Santuario sagrado de la religión Cristiana, muy frecuentado por los peregrinos que acuden a Jerusalén. Una de las ceremonias que habitualmente se llevan a cabo es rodear el árbol y rezar con la ayuda de un sacerdote que suele acompañarlos.
El edificio actualmente está ocupado por una escuela religiosa hebrea y anteriormente hasta 1948 perteneció a los musulmanes. La cúpula del cielo raso es típica del gótico lusitano o chipriota. El mihrab esculpido, el nicho de oraciones musulmán, fue agregado a la mezquita cuando los franciscanos fueron expulsados del edificio y el recinto lo convirtieron en mezquita.
Bajo el nivel del piso actual hay cimientos de época bizantina y romana más recientes. El ábside situado detrás del cenotafio se encuentra alineado con el Monte del Templo, lo que lleva a suponer que esta parte del edificio pudo haber sido una sinagoga, o incluso “la sinagoga” mencionada por el Peregrino de Burdeos en el año 333.
Sin duda es un sitio a visitar por su simbolismo para aquellos que practican la religión Católica. Pero también para todo el que esté interesado en conocer los detalles históricos encerrados en sus paredes.
Tumba del Rey David
La sala llamada Tumba de David es una cámara vacía que contiene un sencillo cenotafio cubierto de terciopelo y fue declarado su lugar de sepultura en el siglo X d. C. En un principio, este lugar tuvo especial importancia para los israelíes entre 1948 y 1967, época en la que la ciudad antigua estaba en manos Jordanas y el muro occidental fuera de los límites.
La tumba se convirtió en el lugar de peregrinación de los judíos. En una sala junto a la tumba de David se ha instalado el Museo del Rey David, que contiene una serie de hallazgos arqueológicos procedentes del monte Sión y objetos litúrgicos judíos.
En el barrio armenio, también encontraremos la abadía de la Dormición, construida en 1898 por los benedictinos alemanes. Tiene un tejado triangular muy característico de la ciudad. Este lugar es el que según la tradición católica se considera el sitio en el que María fue elevada al Cielo.
Muro de las Lamentaciones
También es conocido como el muro Occidental y Kotel en hebreo. El lugar más sagrado para los judíos. Pero en realidad, esto es así debido a que no pueden acceder al control del Monte del Templo donde se encuentra la Mezquita. Ese es para ellos el auténtico y verdadero lugar de mayor santidad del mundo para su religión.
El templo fue construido por Salomón y reconstruido por Herodes el Grande, pero fue destruido por Tito, dejando esta parte del templo como un triste recordatorio para los Judíos de su humillación a manos de Roma. Los judíos atribuyeron la destrucción del templo a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío.
La plazoleta se estableció como un espacio para orar cuando Israel ocupó la Ciudad Antigua en 1967. Es una tradición introducir un papel con plegarias o deseos y ubicarlo dentro de las rendijas del muro, algo habitual en la religión judía. El turismo ha hecho que todos aquellos que llegan ante el muro, judíos o no, suelan efectuar el mismo ritual.
He tenido la suerte de visitar el muro de las lamentaciones en el “Rosh Hashaná” el día de Año Nuevo Judío, una celebración que dura dos días y marca el periodo de diez jornadas de recogimiento y meditación que concluirá con el día del Perdón. Durante este periodo se expresan los deseos de enmienda y se medita sobre los pecados. Los platos típicos de los banquetes contienen diversos símbolos: abundancia, dulzura (manzana y miel) y reunión del pueblo judío (granada).
Rosh Hashaná es el inicio del año judío. Fue el día que Adán y Eva fueron creados. Aunque la creación tuvo lugar seis días antes de la creación del hombre. No obstante, el décimo día se considera el comienzo del mundo y se estableció Rosh Hashaná en esa fecha. Para su religión, la humanidad es el centro del universo; para la que, todo fue creado. Con su creación, el mundo fue completado y el deseo de Dios en el mundo se hizo realidad. Así lo creen y por eso lo celebran.
La noche de la celebración no se permite el acceso al Muro de las Lamentaciones a los no Judíos. Por fortuna, aunque sea a distancia, se puede participar en tan importante acontecimiento.
El Muro de las Lamentaciones se encuentra, como se puede observar en la fotografía, absolutamente repleto. Los niños y los hombres saltan, bailan y aplauden sin cesar, al ritmo del sonido parecido a un tambor que efectúan sobre una mesa, y todos acompañan con palmas y cánticos en una celebración que suele durar un par de horas.
Una vez que termina la celebración en el Muro de las Lamentaciones, a menudo continúan la fiesta en sus casas, restaurantes y otros locales, cantando y bailando.
Judios ortodoxo al atardecer camino del Muro de las Lamentaciones para celebrar el Rosh Hashaná
Padre e hijo rezando ante el Muro de las Lamentaciones.